¿Cuándo nos toca patear?
Ah, ¿no era definición por penales? Ronaldo provocó tres (el último fue un invento) y metió todos. ¿Cavallero? En uno adivinó la punta.
Por Marcelo Sotille, enviado especial de Olé a Belo Horizonte
Eso me forzó a abrir una cuenta de email en arghrrrrentina! AF
No se discute la legitimidad de la alegría brasileña. Nos sacaron el invicto, nos bajaron de la punta, por un ratito nos toquetearon y terminaron aplastándonos con este Ronaldo que pufff, pufff, te deja sin aire. Ahora bien, señores de la CSF, ¿no será demasiado tres penales? La próxima que avisen, así Bielsa lo pone a punto al Goycochea y tenemos alguna chance.
Como si el largo calentamiento que hizo en el mismo campo lo hubiera favorecido, Argentina se acomodó rápido y trató de imponer, diría Bielsa, su proyecto. Lucho se mostraba; Kily metía; Sorin —baqueano en este terreno— amenazaba con sorpresivas apariciones por izquierda... Pintaba para entusiasmarse, pero Ronaldo, en la primera que se le presentó para ir a fondo, pasó a Quiroga y generó el penal de Heinze. Primera llegada del Scratch y 0-1: sin duda, para deprimirse. La Selección absorbió el golpe y fue con todo hacia adelante. Con todo es una manera de escribir: fue con voluntad, con fuerza, con ilusión, le faltaron claridad y precisión para sacarle rédito a un dominio importante. La pelota estuvo gran parte del tiempo en poder nuestro y el juego transcurrió mayoritariamente del sector contrario. Aunque dio la sensación durante el PT de que cualquier réplica brasileña podía terminar en la red de Cavallero, por el desequilibrio que en uno contra uno provocaban Ronaldo o Kaká, Argentina tuvo muchos más remates y aproximaciones que el campeón mundial. Algunas llegadas fueron clarísimas, como la que Juampi —al cabo el delantero más eficaz— mandó por arriba tras una paloma fallida de Crespo. Brasil pareció no inquietarse con las distintas evidencias de su inferioridad. En el tanteador, claro, iba arriba.
El inicio de la segunda etapa prolongó las sensaciones de la anterior. El fervor y el vértigo visitantes contrastaban con la cadencia local. Si no se supiera del respeto que nos tienen, hasta podía sospecharse que subestimaban el compromiso. Cafú y Roberto Carlos, admirados por sus proyecciones, jugaron de laterales-laterales más que nunca.
Impaciente como es, Bielsa quemó las naves cuando iba un cuarto de hora y el 1-0 seguía firme como granadero. Al que quemó seguro fue a Rosales. ¡Y eso que Mauro es el ídolo de Newell''s! Juntar a Saviola con Aimar abría expectativas, pero sucedió algo imprevisto: Argentina perdió la pelota. Se la quitó Brasil, en realidad. Crecieron Edmilson y Juninho, Kaká no dejaba de preocupar y adelante se la pasaban a Ronaldo, listo, el relleno galáctico se las arreglaba solo para complicar a nuestra defensa.
Ya se escuchaba el hiriente olé de los torcedores cuando un centro de Zanetti (sí, créalo, de Zanetti) terminó en gol, después del cabezazo de Aimar, la tapada de Dida, el rebote en un palo y el oportunismo de Sorin. Fue un premio para el que más buscó, el de más coraje y viveza. Porra, mas o Sorin não é brasileiro??
Un montón de veces cabeceó Argentina entre los largos e inseguros centrales verde-amarillos. En alguna ocasión hubo hasta dos impactos seguidos, pero sólo en una gritamos gol. El descuento silenció las cargadas, se veía en los ojitos de los mineiros que había un poquito de julepe. Faltaba un rato todavía y Brasil había resignado corte en la franja media con el insólito relevo de Baptista por Juninho.
Algunas conclusiones rápidas, antes de recibir al duro Paraguay:
1) Penó la zaga leprosa con el tridente rival (y eso que faltó Ronaldinho, porque esos dientes sí que son peligrosos...). Medo do Gaúcho, seu putón?
2) Cumplieron los riverplatenses actuales, Masche y Lucho.
3) Crespo cotiza en baja. Anoche no pagó su cuota con la albiceleste, pese a que el equipo jugó para él y el DT lo mantuvo con la esperanza de que mandara alguna adentro. Quizá por ahí, por el lado de los 9, se encuentre una explicación rápida y sencilla de este 3-1.